A pesar de que la fruta está prácticamente indicada para todo tipo de dietas, como uno de los alimentos más saludables que podemos encontrar, por desgracia, a no todo el mundo le sienta bien, sobre todo, a los intolerantes a la fructosa.

Qué es la intolerancia a la fructosa

La intolerancia a la fructosa es un trastorno que tienen algunas personas a través del cual es imposible metabolizar la fructosa y transformarla en glucosa, como el resto de las personas. Esta intolerancia se debe principalmente a la ausencia de la enzima encargada del proceso.

Al no producirse esta transformación en glucosa, la fructosa llega al intestino como producto de una fermentación bacteriana, lo cual es el resultado de toda clase de síntomas asociados a la propia intolerancia.

¿Qué síntomas tiene?

El tiempo que tiene que pasar para que se empiecen a producir los síntomas, es diferente dependiendo de lo que hayamos consumido. De esta forma, tomando un zumo los síntomas pueden llegar en media hora o hasta cuatro horas si estamos hablando de una pieza de fruta consumida con más ingredientes.

La reacción del cuerpo es producida por las bacterias de la flora intestinal que generarán gases, ocasionando flatulencias, distensión abdominal, hasta diarrea, sensaciones para nada agradables para el estómago. Sin embargo, los males, van más allá de este, ya que se pueden experimentar náuseas, vómitos, fuertes dolores de cabeza y otros más graves, como el retraso en el crecimiento de los niños debido a la falta de energía, puesto que no se puede aprovechar la fructosa como combustible.

La mejor forma de evitar todo esto, es tratar de no comer frutas con una alta cantidad de fructosa, así como cierta bollería industrial que puede contener entre sus ingredientes fructosa. Además de esto, cuidado con todos los derivados como las mermeladas, jaleas o los zumos de frutas.

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