Los estudios médicos y científicos afirman que no dormir bien puede tener graves consecuencias en nuestro bienestar físico y psicológico. Estos expertos recomiendan, asimismo, un descanso de entre 7 y 8 horas diarias para evitar los efectos negativos que conlleva la falta de sueño, como irritabilidad, depresión, ansiedad o cefaleas, entre otros muchos.

Causas de no dormir bien.

Desafortunadamente el frenético ritmo de vida actual nos empuja a adquirir hábitos no siempre saludables para nosotros, y en medio de este caos no encontramos tiempo para descansar adecuadamente. De esta manera desarrollamos fácilmente problemas de insomnio.

En primer lugar hemos de distinguir, en líneas generales, entre dos tipos de insomnio:

1. Transitorio: se produce durante un corto período de tiempo menor a un mes y puede desembocar en insomnio crónico.

2. Crónico: se prolonga más allá de seis meses y puede llegar a convertirse en un grave problema para nuestra salud.

No dormir bien nos priva de un descanso adecuado, lo que conlleva graves consecuencias para nuestro estado físico y anímico.

Las causas que ocasionan uno u otro pueden ser muy variadas y de diferente naturaleza. Las dividimos en tres grupos:

1. Causas orgánicas. Incluyen enfermedades y sus síntomas, como molestias o dolores físicos. También trastornos del metabolismo (hormonales, digestivos, neurológicos, etc.).

2. Causas externas o ambientales. Se refieren a los malos hábitos alimenticios (consumo excesivo de azúcar, cafeína, tabaco, alcohol…) y a los entornos inadecuados. Por ejemplo, ruidos en nuestro espacio de descanso u otros estímulos sensoriales. Los cambios de horarios y rutinas repentinos también pueden provocar trastornos del sueño.

3. Causas emocionales o psicológicas. El insomnio viene dado en muchas ocasiones por situaciones de estrés, ansiedad, tristeza y otros desequilibrios emocionales y psicológicos.

Efectos secundarios de no dormir bien

No dormir bien nos priva de un descanso adecuado, lo que conlleva graves consecuencias para nuestro estado físico y anímico.

1. Falta de concentración. El cansancio nos impide centrarnos en nuestros quehaceres diarios. Y es que durante la fase REM nuestro cerebro ordena y selecciona la información adquirida durante el día; sin ese proceso, nos cuesta enormemente adquirir nuevos conocimientos. Esto también afecta negativamente a la memoria. Asimismo, todo ello incrementa el riesgo de sufrir accidentes.

2. Debilitamiento del sistema inmunológico. Si nuestro cuerpo no descansa correctamente, el sistema inmunológico se debilita. Con ello aumentamos el riesgo de sufrir resfriados, gripes e infecciones respiratorias.

3. Riesgo de sobrepeso y ansiedad por la comida. Al no dormir lo suficiente, los niveles de las hormonas grelina y leptina, encargadas de regular el apetito, sufren cambios considerables. Esto aumenta nuestro apetito, por lo que lo más seguro es que consumamos más calorías durante el día. Además, las células de nuestro cuerpo serán menos tolerantes con la glucosa, lo que favorece la aparición de diabetes.

4. Trastornos psicológicos. La privación de sueño hace que nos sintamos mal emocionalmente, dando lugar a síntomas como irritabilidad, ansiedad, mal humor, fatiga, depresión y melancolía. Nuestras reacciones ante las situaciones del día a día se vuelven desproporcionadas.

5. Enfermedades cardíacas. Los expertos asocian la falta de sueño con el aumento de la hipertensión y la obstrucción de las arterias. Dormir poco hace que nuestra frecuencia cardíaca aumente, con lo que el corazón se resiente por el exceso de trabajo.

6. Envejecimiento prematuro. La piel se ve altamente afectada por la privación de sueño. Es frecuente la aparición de ojeras, arrugas y manchas, ya que los tejidos no pueden regenerarse adecuadamente durante la noche y el proceso de hidratación es insuficiente.

7. Mayor riesgo de sufrir cáncer. Las interrupciones continuadas durante la noche alteran el proceso químico de los macrófagos, células encargadas de combatir las células tumorales. Estimulan su crecimiento, de manera que aumenta el riesgo de padecer algunos tipos de cáncer, como la aparición de pólipos colorrectales y el cáncer de mama.

Consejos para dormir bien

En casos graves lo mejor será que acudamos al especialista, ya que a veces es necesaria la administración de medicación. Sin embargo, siempre que nos sea posible podemos probar previamente con algunas técnicas que nos ayudan a conciliar un sueño más profundo y reparador. Enumeramos algunas de ellas:

1. Respetar los horarios. Es importante que nos autoimpongamos una rutina diaria de descanso, acostándonos y levantándonos a la misma hora todos los días siempre que nos sea posible. Además, es recomendable adquirir ciertos hábitos antes de ir a la cama, de manera que nuestro cuerpo asimile rápidamente que ha llegado la hora de dormir.

2. Cenar ligero. Una digestión pesada dificultará el descanso, por lo que lo mejor es que cenemos de forma ligera (cremas, ensaladas, pescado cocido, etc.).

3. Evitar alimentos ricos en cafeína y azúcar. Estos productos dificultan el sueño, por lo que se recomienda evitarlos al menos durante la tarde; es decir, a partir de las 17:00 h.

4. Deporte moderado. El ejercicio aeróbico produce una mayor segregación de endorfinas endógenas, que suponen una especie de analgésicos naturales. Alcanzan su mayor pico cuatro horas después de realizar la actividad física, por lo que se aconseja enlazar este momento con la hora de dormir. Por otro lado disciplinas como el yoga, el tai chi o la meditación también favorecen la relajación.

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